domingo, 22 de noviembre de 2020

Hace 12 semanas ya se entretejía la bienvenida de mi mitad de soledad.
La foto gritaba rostros entristecidos y cansados del amor,
la lejanía de nuestras almas era más evidente que nuestra triste verdad.
El pequeño gran gigante a empujones de abrazos y besos 
nos acercaba un par de segundos
pero el cariño y el deseo no pudieron florecer.
De vez en mes, extraño la invasión de mi espacio personal;
un abrazo, redactar la lista del supermercado, murmurar mi enojo
por cosas simples que me molestaban.
Hace 24 semanas que mastico mi tristeza, saboreo a escondidas mis pequeños triunfos,
disfruto de duchas de más de 5 minutos,
abrazo al amor de mi vida con tranquilidad
y bailamos juntos con sus pies sobre los míos.
De vez en cuando, con un susurro mudo, me digo: lo estás haciendo bien.


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