viernes, 21 de mayo de 2010

el cigarrillo - tito fernandez




Anoche estuve conversando con mi cigarrillo,
me sentía cansado, cansado y aburrido,
mi mundo está tan triste, tan solo y tan vacío
que a veces me parece que ni siquiera existo.

Lo encendí despacito y le di una pitada,
luego viendo como el humo se volatilizaba
recordé tantas cosas que creía olvidadas
y se las conté todas mientras me lo fumaba.

Le conversé de ti y de mis añoranzas,
le conté de tus besos y de mis esperanzas,
le conté de tu olvido, le conté de mis lágrimas
y de aquello vivido que hoy se ha vuelto nada.
http://www.free-lyrics.org/Tito-Fernández/290066-El-Cigarrillo.html

Le dije que es posible que a mí nadie me quiera
porque he pretendido vivir a mi manera,
porque me he negado, quizá, a pagar ese tributo,
de bajeza y pecado, que hoy nos exige el mundo.

A lo mejor estoy acabado, la vida me ha vencido,
he vivido, he luchado, he llorado y sufrido
y qué es lo que he ganado con ser tan comprensivo,
vivir desesperado en un mundo vacío.

Anoche con mi cigarrillo estuve conversando
y después de acabarlo me he quedado pensando
que en este verso triste, que es el mundo en que vivo,
es el único amigo que me va quedando.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Táctica y estrategia


Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

domingo, 16 de mayo de 2010

La culpa la tiene el resto....


Estábamos aquí olvidándonos del pasado,
Del presente y más aún del futuro.
Queríamos arrancarnos las miradas tristes
Desde el reflejo del espejo.
Queríamos reír y morir ahogados
En la euforia de nuestros rostros simples.
Huíamos de la traición
Mientras esperábamos sentados que la brisa nos abrigue.
Nos sacudíamos las culpas
Tomando nota en una carta suicida,
Pero seguíamos rehaciendo esos sueños erguidos.
Mojábamos papeles para borrar la historia,
Empujábamos con desprecio nuestros puntos aparte
Y anotábamos en el agua nuestra fe disecada.
¿Quién sabe como ocultamos nuestras culpas ahora?
¡Qué importa!
Sigamos victimizando nuestras mentiras,
Sigamos viendo la paja en el ojo ajeno
Sigamos creyendo que la culpa la tiene el invierno
Elogiemos nuestros propios errores
Caminemos cabizbajos, tristes y orgullosos
Y continuemos inmóviles creyendo
que la culpa la tiene el resto.

viernes, 7 de mayo de 2010

Orgullo simplemente


No quiero saber que estás ahí escuchándome reír,
Escupiendo cada centímetro del pasado.
No quiero escuchar ni la más mínima palabra de arrepentimiento
Porque hoy las disculpas para mi no existen.
Debo admitir que no me arrepiento de nada de lo que hice,
Al contrario, uno debe arrepentirse tal vez de lo que pudo hacer y no hizo,
muchas veces simplemente por orgullo.
!Dios mío! Es por esto que me enorgullezco de mi orgulloso orgullo
que me hace estar aquí de pie otra vez.

Estoy aquí sin sentir ni el más mínima remordimiento sobre mi piel.
Estoy aburrida de esas palabras falsas, débiles,
que se quiebran al contacto con mis oídos.
Creo que el pasado ya no duele, ya no murmulla, ya no se siente.
Un simple grano de arena puede hacerme caer en un abismo de alegrías,
éxtasis y días rosas.

Hoy el doctor ha dicho que no hay cura para el olvido,
para las noches locas, para mi pelo desordenado
ni para mi salvador orgullo que hoy me hace estar aquí.
Es por eso que no quiero saber que estás ahí escuchándome reír.

miércoles, 5 de mayo de 2010


Quisiera que mi vida aproblemada se fuera en un respirar blanco pero asesino, camino por calles interminables cuando el corazón y la garganta se siente apretada, música en los oídos y se alivia la desesperación.
Desde las profundidades de mi chaqueta, empolvada ya que no la ponía del invierno anterior, mi amigo, ese que algún día me traicionará, no ahora ni mañana, tal vez en unos años más.
Mi pálido amigo, sale desarrapado, doblado, aparentemente con ciática, arrugado (de seguro la mala vida lo tiene así).
Está así como aburrido, ermitaño, ni siquiera recordaba que me acompañaba, de seguro a escuchado hasta mis pensamientos más profundos, aún así no fue capaz de decir una palabra.
Su pelo cada vez más desarreglado, no sé, el verano tal vez le hizo mal, en una de esas lo salvó de la pulmonía que se debe haber agarrado cada vez que caminábamos hacia la casa con una lluvia horrible.
Me aguante tantas veces de matarlo, de ser una cruel amiga aunque para él ya soy una asesina (si supiera que hay miles de asesinos en este mundo) sin embargo me esperó todo este tiempo para que pasemos el frío juntos bajo algún paradero.
Ahora estoy aquí sacándolo de mi bolsillo otra vez, cada vez tiene menos cabello, cada vez que meto mi mano al bolsillo se le cae, se sigue doblando, se sigue estropeando. Sin embargo está aquí conmigo ofreciendo su vida para calmar mi frío, olvidarme de mis penas, pensar profundamente. Enciendo mi cigarro y sigo camino a la Universidad.

La música se la tragó




Se cayó la vida a pedazos mientras ella se desvanecía en el olvido. Cerró los ojos y la música se la tragó.

Era un día lunes del mes de agosto, día un tanto raro, lluvia, sol a ratos y un frío tímido acusaban una tormenta para esa noche.
Antonia pensó en lo cansada que estaba su mente, eran apenas las 6 de la tarde y sin embargo el sueño arremetía contra su voluntad de cumplir con sus labores de estudiante.
Pensó que debía dormir para retomar sus tareas un poco más tarde pero menos cansada.
Encendido el radio un juego de violines, flautas, pianos y voces comenzaron a dar curso a lo que sería la última noche para seguir siendo sólo una triste joven más.
De pronto Antonia sintió la piel de su cara húmeda, con frío y mucho temor.
Abrió sus ojos y recordó el por qué de la gran puntada al costado izquierdo de su pecho.
La música aturdía sus pensamientos pero sin embargo era tan necesaria como su respiración, si apagaba la música moría tal vez su último suspiro para comenzar otra vez.
Descansó su cabeza en su almohada y comenzó a recordar, un gusto amargo y el temblor en sus piernas vinieron a su memoria de tal forma que incluso podía sentir el aroma que había ese día taciturno en el que su alma se partió en dos y una mitad se quedó perdida entre la tristeza.
Sentada en la banca de costumbre, vio como se acercaba lo que más amaba pero a la vez el mayor dolor que nunca antes había sentido.
Las palabras sonaron unas mil veces dentro de su cabeza, chocaron en su corazón y salieron por los ojos, un abrazo falso recorrió su cuerpo y sin embargo ella se aferró como nunca antes al cuerpo que hoy perdía. Las manos de quien amaba Antonia, hoy se volvían desconocidas, frías, ásperas y enormes.
Antonia no pudo reprimir sus labios soltó un te amo, arrancó con fuerza la cadena que siempre adornaba su cuello y se la dio a ese desconocido a quien amaba hace unos 1000 días desde que comenzó una ilusión infantil.
Caminó con el cuerpo desvanecido hasta su casa, puso un pie en su pieza y se desplomó su alma sobre su cama. Allí permaneció aturdida durante meses, paseaba por la ciudad con el cuerpo sin alma, siempre buscando a quien se había marchado de ella.
Las palabras con el tiempo se fueron volviendo menos pesadas y la tristeza se desvanecía como su amor.
Un día sin pensarlo tropezó con aquel forastero de su corazón, se rindió otra vez, confesó todo de nuevo, sus lágrimas se encadenaban otra vez a la esperanza que traía ese extraño conocido una vez más.
Los besos se difuminaron otra vez en el dolor, en el desaire que esa persona pregonaba por cada rincón que compartían otra vez.
Las palabras hirieron otra vez por dentro el cuerpo de Antonia y comenzó a marchitarse otra vez. su segunda oportunidad
Un día en que la noche se mojaba junto con la calle, pudo darse cuenta por primera vez que a quien tanto esperaba era un desconocido, un personaje irreal creado por su fantasía infantil de amar, que los besos no existieron y las palabras se enmudecieron, descubrió aquel día en que sus ojos se despegaron de esos ojos fríos y mentirosos de Javier, que ya no regresaría jamás la inocencia infantil del primer amor.
Con voz temblorosa se apartó de javier, el niño convertido en hombre a quien más había amado, le dijo adiós sin tristeza y comenzó a caminar de regreso a donde todo había comenzado, la música abrazó su esperanza, una sonrisa tenue empapó su cara, cerró los ojos para no voltear a ver la imagen de ese hombre que se quedaba petrificada en el mismo lugar donde la habían dejado partir por segunda vez.
La música abrazó sus oídos para comenzar a caminar junto a ella como lo hacia desde que la soledad era su compañera. La lluvia golpeó fuerte sobre su cabello y Antonia despertó.
Eran pasada las 9 de la noche del día lunes, Antonia se incorporó para retomar sus labores estudiantiles, con extrañeza descubrió enredada entre sus dedos la cadena que le había regalado a su compañero de sueños infantiles hace un par de años aquella tarde lluviosa.
Sonó el teléfono, en el fondo de la casa resonó el nombre de la muchacha, urgía que contestara pronto.
Una voz llorosa, amarga, débil con esfuerzos pronunciaba su nombre:
-¿Antonia?
-sí
- Javier ha muerto…

Antonia colgó el teléfono, cerró los ojos quería comenzar a soñar otra vez, decirle a Javier, ese su amor infantil y el más verdadero, que a pesar de todo, siempre lo había seguido amando igual que cuando era una niña, quiso imaginarse el beso más tierno que su imaginación podía inventar pero recordó que no se puede soñar dos veces el mismo sueño y desde entonces convierte esos sueños irrealizables en canciones.
Una noche sin pensarlo la muchacha se recostó sobre su cama, cerró los ojos y con una sonrisa tenue en su dulce rostro, la música se la tragó.