domingo, 18 de octubre de 2009

Crónica de una ciudad sombra de Macondo


Sin mucho que hacer y con muchas cosas en la cabeza, escuchando la lluvia bailar sobre los techos de las casas, puedo concluir que Osorno tiene un gran parecido, por no decir que es igual, a "Macondo" ese pueblo que García Márquez describe en su libro de la siguiente manera:Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de las aldeas, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. [...] Las cosas tienen vida propia - pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarles el alma.Osorno me pareció fielmente reflejado al comenzar a leer el libro, y luego profundizando un poco más en la lectura pude concluir que, Osorno es como Macondo. Si bien me costaría mucho identificar a alguien popularmente conocido dentro de la ciudad como "Arcadio Buendía", podría incluso identificarme.En esta ciudad de andar tranquilo, casi tristón, donde sólo se hace noticia y es nombrado en algún lugar del país por algún accidente o crimen, pocas veces es nombrado por algo más, pero no hablaré de eso.Aquí todo es novedad, la llegada de los gitanos me recordó cuando fuimos al parque de juegos que llegó frente a la estación, gasté tanto dinero yendo a ese lugar, con la certeza de que nunca más vendría, y claro, nunca más pude subirme a esos juegos, donde uno piensa cualquier cosa menos en la diversión. Aquí todo es novedad. Luego en mi "Macondo" (Osorno) no hay cosas freak, como el pearcing de silicona que tanto quería, lo último en tecnología, en música, en cine y no sé mil cosas más. Aquí todo lo nuevo es casi arcaico.Sin embargo “Mi Macondo” puede que sea tan o igualmente mágico que el Macondo de "cien años de soledad" un tanto gastado, con un poco de polvo, muy conservador, con gente un tanto tímida, pero tener mi propio Macondo, me hace incluso querer morir amarrada a un árbol para ser fiel a mi propio mundo de creación y vivir mis cien años de soledad.

Sólo sé que pasó por este mundo como una paloma fugitiva: lo olvidé sin quererlo, lentamente...


Para todo debe siempre haber un problema,
Una complicación, una duda al borde del abismo
de lo insuperable,
Un dolor tocando lo desgarrador,
un acierto con desgano.
Todo podría ser una carcajada eterna, sin embargo Los sueños se hacen delirios emparentados con un pesar desconocido.
Las diferencias, la ignorancia, los silencios eternos
se conjugan para volver todo
un líquido obscuro y seco.
La luna se viene a marchitar entre tanta confusión, desencanto, desilusión
que ya no tiene ganas de levantarse el sol.
Pero adivinen qué, cuándo me deje caer,
Volveremos a comenzar un día sin nombre,
una tarde sin amanecer.
Volveremos a recorrer el horizonte cuando los pies dejen de sujetarse a la tierra
Y los cuerpos vuelen como los pensamientos en esta ciudad encantada.


Ale Ruiz



La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado. Garcia Marquez