lunes, 2 de febrero de 2015

Después de ser tan egoísta, inconsecuente, apática... poco a poco se encuentra el equilibrio que aunque se desequilibra de vez en cuando, la vida se vuelve vida y uno comienza a aceptar las cosas.
Las cicatrices que llevan su cuerpo son las mismas que llevan los otros en su alma, en sus recuerdos, en sus corazones o en las culpas que carga cada uno.
La sorpresa fue sublime, lo encontró sentado en un rincón oscuro, aturdido por el trabajo. Rodeado de libros, música y ese olor inconfundible a incienso. Lo reconocio en cuanto lo vio, con sus ojos escondidos bajo un par de anteojos, callado, nervioso pero amable.
Su sonrisa la invadió al dar el primer paso, sólo iba por una consulta, por unas hojas llenas de letras que sólo a ella podrían interesarles.
La Chavela, la misma con la que lloraba y bebia hasta el deshilache cuando estaba triste y desolada la cruzuraron con ese hombre que sin temor y asco acaricia y besa con amor sus cicatrices.

Debo confesar que te quiero un poco más que a mi, mis errores se fueron a un puerto y me diste la absolución con tu perdón.... Sin ti, creo, que no sé vivir ...aunque jamás esas palabras salgan de mi boca.

No hay comentarios: