viernes, 13 de septiembre de 2013

A pesar de todas las dudas que tuve, con respecto a mi profesión, llegué a la conclusión de que es lo que me gusta. Casi tres semanas (casi nada) haciendo clases, aunque fui la vieja de castellano, también me convertí en la "Tía con estilo", también he sido la "Tía sueñito" y en varias ocasiones, la vieja de mier...
Durante estas tres semanas, debo admitir que me cansé, dudé, me sentí fracasada, desencajada y medio ridícula al darme cuenta que era la profe, que los chicos creyeran que era el centro del conocimiento, que mi palabra para ellos fuera casi ley (fue extraño).
Sin duda alguna, lo que más llenó mi corazón de papa, fue el darme cuenta de que hubieran niños a los que impresioné, ya sea con cosas tan superficiales como mi corte de pelo, mi forma de vestir o mi tono de voz.
Qué lindo fue recibir abrazos, escuchar que me querían, que de la nada algún estudiante me regalara un abrazo, tantas cosas que jamás había pensado recibir con mi trabajo.
Me impresionó, como en tan poco tiempo hubieron estudiantes que buscaron ganarse mi cariño, mi atención, que tuvieran la paciencia de aguantar mis días malos y mis arranques de alegría y mi tristeza.
Fue extraño recibir una carta, que a pesar de tener muchas faltas ortográficas, tuviera tantos sentimientos, miedos y necesidad de cariño. En algún momento incluso sentí que más de alguno de mis pupilos sintiera un poco de admiración por mi.
Tal vez, las cosas con los años ya no sean tan maravillosas, pero me quedo con la calma de que aunque sea a uno de mis estudiantes haya marcado con mi forma de ser.
Soy pesada, soy gritona, enojona pero las más de las veces, todos esas acciones terminaban en una sonrisa de mi parte.
Sin darme cuenta, los demás se dieron cuenta de mis falencias pero también de mis logros, fue lindo escuchar al jefecito decir que tenía ángel como profesora, que mi presencia se notaba pero de forma agradable, debo admitir que me asusté cuando el director dijo que los chicos habían dicho que era estricta y me respetaban pero les agradaba porque los trataba bien y siempre era amable, jamás me había dado cuenta de que podía verme así frente a mis estudiantes.
Admito que estudié pedagogía porque debía ir a la universidad, que elegí el lenguaje porque era lo que más me agradaba de las otras especialidades, sin embargo, mi urgencia era poder ayudar los jóvenes aunque siempre me he preguntado cómo porque ni yo sé qué hacer con mi vida. Siento que de cierta forma lo logré aunque fuera por pocos días .
Tengo miedo de sentirme tan alto y que sin darme cuenta, un día, me caiga de bruces al suelo y me digan que hago mal mi trabajo.
Tengo mi cabeza agotada pero mi corazón llenito de alegría por lo que viví, aprendí y conocí en estos días.
Gracias por darme la oportunidad de ser la vieja de castellano por algunos días.

No hay comentarios: