jueves, 20 de septiembre de 2012

Tú estabas mirándome desde el otro lado de la vida, me invitaste a pintar las calles con tiza para poder recordar nuestros pasos. Acomodaste la música al borde de las ciénegas de mi cintura, el borde norte de tu cuerpo rozó mi rodilla derecha y colina abajo mi vergüenza desnudó el pudor de tu rostro sonrojado. Una de mis pestañas acarició tu alma introvertida y uno de tus dedos le regaló placer a mi cabello. Tus labios se acomodaron en la banca frente a mi espalda, el humo de mi cigarro desató una tos insolente en tu corazón, tus ojos furiosos acorralaron mis más profundos temores frente a un millón de personas pero aún no sé cómo te llamas aunque te respiro desde mi calle.

No hay comentarios: