miércoles, 25 de julio de 2012

Hoy no quiero ir a trabajar, nunca he querido, ni ayer, ni mañana, ni pasado mañana. Quiero quedarme tirada en el suspenso de las horas que me van quitando la vida con cada minuto que suspira en el reloj.
Dicen que el trabajo dignifica, por qué nadie se atreve a decir que el trabajo dignifica y al mismo tiempo el dinero se lleva toda la dignidad cuando lo buscamos y ya no lo tenemos.
A mi la plata que gano me alcanza para comprarme unos cigarros baratos, unos cuantos calcetines que se rompen a las dos semanas de uso, unos cuantos cafés de maquina que me suben la presión y una que otra fotocopia llena de literatura que ni siquiera leo.
Tal vez las monedas que junto siendo empaque me ayudan, pero ese trabajo me incomoda como una piedra en el zapato, me incomoda porque mucha gente piensa que uno pide caridad al estar empacando las cosas, eso no es así, uno dedica tiempo, incluso de vez en cuando hay cierta arte al empacar las cosas, uno se dedica a separar cada producto por tipo, trata de que la amarra de las cajas quede fuerte y bien bonito, aunque nadie se da cuenta de eso, supongo que en cada trabajo a nadie le importa como se hacen las cosas, sólo importa el resultado.
Hoy no quiero ir a trabajar, necesito la plata, pero no quiero trabajar. Debería pensar lo mismo con respecto al amor, hoy no quiero amar, pero necesito sentirme amada, tengo la insensata necesidad de amar, preferiría quedarme sentada viendo como los años se van acumulando para hacer una montaña de soledad en cada persona y como el amor se vuelve una costumbre a pesar del esfuerzo que uno pone para que eso no suceda.

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