lunes, 12 de marzo de 2012

Todo el mundo seguía caminando como siempre lo hacía.
el joven era una hoja de árbol caída, amarillo, cómo secándose
pero el mundo seguía caminando como cada día.

El joven era más como nada, con la diferencia que ahora, sus pies estaban enraizados al suelo,
la gente del barrio no lo notaba, el joven ahora era un árbol, un árbol de otoño triste.

El joven era un árbol, viejo, triste, solo y desesperanzado, había pasado su vida esperando en el mismo lugar el sueño de seguir amando lo olvidado.

Los niños que lo veían ahora, lo miraban con simpatía, sin embargo, era él, el joven convertido en anciano, quien veía como cotidiano su soledad, su piel reseca  y sus manos anudadas a un bastón que sujetaba su cuerpo cansado, desenamorado, recordando el olvido para que la soledad no se lo lleve todavía.

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