viernes, 10 de junio de 2011

La Colorina


Usted que vino a transformar mi vida, que sé mostró delirante, luchadora y desgarradóramente desilusionada de la sociedad que desprecia al poeta y lo deja morir pobre y olvidado.
Usted que dejó que me apropiara de su sentimiento, de su lucha, de sus letras y de su melancolía. Tal vez todo lo que digo ni siquiera se acerca a lo que usted irradiaba con su cara llena de desilusiones y descontentos, con esa ironía que me hizo admirarla desde siempre, con su voz ronca, fuerte y perturbadora que despertó mi pocas ganas de pensar en grande.
Con su dolor y energía penetró mi carne, con su poesía transformó mis ansias de luchar en un mundo egoísta que limita a quién tiene ideales y los quiere hacer realidad.
Usted con su boca marcada por el cigarro me convenció que no importa morir si es a través de este vicio me siento libre de matarme un minuto con cada colilla.
Alguien dijo que la poesía era una enfermedad, que la hoja en blanco era el poema perfecto, alguién dijo que usted no escribía sobre amor, que era más importante escribir sobre revolución y aún más había que levantar la voz sin importar que eso costara la vida,aunque el sicario mandado por un cobarde la dejara casi muerta, lo importante siempre era ser militante de utopías que liberaran a un país reprimido y obligadamente silencioso.
Las calles peligrosas, el bosco, el licor, el cigarro la brutalidad del mundo hicieron que se transformará en mi pensamiento, en mis ideales y en una forma de vida.

S. Díaz Varín

"Hállame corazón, háblame sangre, encuéntrame mortaja, desentierrame, que bajo ligera nieve estoy ardiendo"

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