sábado, 11 de diciembre de 2010



Están cayendo como mil infiernos sobre una sola sonrisa
Las colinas se transforman en cosmos deshabitados
Y los campos se cubren de vientos con aliento a viejo.
Estaban ahí todos los días, las horas y los meses,
Estaban ahí todos, siempre mirando el horizonte corroído por la sangre seca
de recuerdos que ya no existen
las palabras estaban lánguidas, paradas frente a mí, casi inconscientes
respirando las dudas del ambiente.
Tú estabas mirándome desde el otro lado de la vida,
Me invitaste a pintar las calles con tiza para poder recordar nuestros pasos,
Acomodaste la música al borde de las ciénagas de mi cintura,
El borde norte de tu cuerpo rozó mi rodilla derecha
Y colina abajo mi vergüenza desnudó el pudor de tu rostro sonrojado.
Una de mis pestañas acaricio tu alma introvertida
Y uno de tus dedos le regalo placer a mi cabello.
Tus labios se acomodaron en la banca frente a mi espalda,
el humo de mi cigarro desató una tos insolente en tu corazón,
tus ojos furiosos acorralaron mis más profundos temores frente a un millón de personas
pero aún no sé cómo te llamas aunque te respiro desde mi calle.

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