miércoles, 5 de mayo de 2010


Quisiera que mi vida aproblemada se fuera en un respirar blanco pero asesino, camino por calles interminables cuando el corazón y la garganta se siente apretada, música en los oídos y se alivia la desesperación.
Desde las profundidades de mi chaqueta, empolvada ya que no la ponía del invierno anterior, mi amigo, ese que algún día me traicionará, no ahora ni mañana, tal vez en unos años más.
Mi pálido amigo, sale desarrapado, doblado, aparentemente con ciática, arrugado (de seguro la mala vida lo tiene así).
Está así como aburrido, ermitaño, ni siquiera recordaba que me acompañaba, de seguro a escuchado hasta mis pensamientos más profundos, aún así no fue capaz de decir una palabra.
Su pelo cada vez más desarreglado, no sé, el verano tal vez le hizo mal, en una de esas lo salvó de la pulmonía que se debe haber agarrado cada vez que caminábamos hacia la casa con una lluvia horrible.
Me aguante tantas veces de matarlo, de ser una cruel amiga aunque para él ya soy una asesina (si supiera que hay miles de asesinos en este mundo) sin embargo me esperó todo este tiempo para que pasemos el frío juntos bajo algún paradero.
Ahora estoy aquí sacándolo de mi bolsillo otra vez, cada vez tiene menos cabello, cada vez que meto mi mano al bolsillo se le cae, se sigue doblando, se sigue estropeando. Sin embargo está aquí conmigo ofreciendo su vida para calmar mi frío, olvidarme de mis penas, pensar profundamente. Enciendo mi cigarro y sigo camino a la Universidad.

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